domingo, febrero 27, 2005

manifiesto y desintoxicación

Manifiesto y desintoxicación


Manifiesto (Agosto del 2002 - Abril del 2004)

“Es una forma de empezar el día como cualquier otra,
es nada más que no pisar el freno pero sin coche...”
Andrés Calamaro

1. Manifiesto

Triste es cuando se llega
en realidad no vale la pena, siendo tan joven
vacío Coloreado y sin matices, ni diferencia, alrededor
que me hagan ver respirar o aguantar
algo
Porque el sol se pone
La vida es corta y desangra, se posa
De pié y con la mirada ida que se pierde atrás entre las calles, entre las avenidas, entre los postes de luz que iluminan Tristes las antenas cuando coronan las ciudades Mi caminar inseguro y tambaleante Esquivo el dólar Los paneles publicitarios El vinculo hipotecario
La televisión me gusta,
cuando relaja
Cuando hay demasiado alrededor que no es mío que no me pertenece, la nada
Bisexual
del sinsabor y del horror que se extiende y que planea siempre encima mío como una nube negra
en Moloch
Porque luego, mi propio destino también es triste
-y provoca reventar-
Escondido nadie Llama
nadie Toca nadie Se asoma
Del examen Sobre la carpeta del colegio Triste Aula once Papel borroso y extraño Inanimado casi grotesco, obsceno lleno de cubículos parpadeantes
-depresión que sobreviene con el exceso de drogas-
dieciséis años, un genio
un Dios
Perdiendo sintonía Perdiendo dirección
Soy producto del Delivery, del McDonals de enfrente, del Amigo Secreto fraudulento, de la línea cósmica de Josie, de la vida enredada Los eternos problemas de un subnormal, la vida misma El ventilador encendido todo el tiempo durante el verano, el sol y la ventana abierta El sabor amargo de la azotea los jueves por la noche cuando era niño De la hipocresía misma como estilo de vida propia del alcanfor y del pan sin bromato De la inconformidad y del mierdismo constante de los ahogados dieciséis
de arriba... y de abajo
Yo, en cambio, sí me di cuenta temprano
Del espectro de ginsberg que se pasea e invade mi cerebro cuando me quedo solo en casa Me drogo y me desnudo Lleno de espejos las paredes, y en el equipo Deep Camboya truena suena y se retuerce enfrente mío a mi costado sobre la alfombra que es tan suave tersa material y real
-acogedoramente real-
Mientras afuera, el automóvil, el asfalto, la pista sobre la que el sol se pone -son casi las seis de la tarde- No hay tareas no hay trabajo, es mi vida No hay
Del sol que se posa quieto en un reflejo mientras muere tiñe las nubes de rojo, naranja y azul en un mismo plano y presumen allí mientras el cielo apaga su luz
Chacarilla es quieta
Llena de casas ochenteras árboles muertos atardeceres cansados
Esta misma calle en silencio, cuando tenía tres años y entendía eso que era la tranquilidad,
el inexpresivo y pálido cielo se tumbaba entonces,
y aguardaba allí toda la tarde
Jugaba a la guerra encima de la alfombra debajo de mi cama con la televisión prendida y mi linterna buscando extraños lindomitas.
Hasta que llegaba la noche y
-eso era todo-
Digo que
todavía vivo bien. Pero
no será así siempre
Era la idea, pero
no es así.
Aquella era nuestra última súplica a Van Gogh
-otra imagen familiar que puedo ver bien-
Del cabello y la piel joven, la barbilla incipiente La flojera tendida sobre su cama toda la tarde y toda la mañana y toda la noche, las sábanas frescas, revuelto entre su ropa usada, libros, muñecos, manzanilla té de tilo, agua caliente hirviendo de un lado a otro De la mesa de noche a la sala de estar Mientras yo lo miro fijamente, y le digo
Será que... vivo en un medio
poco estimulante
-un montón de tiempo libre-
Ya que el sol y la tarde del domingo a eso de las tres, iluminan mis pupilas y las dilata Hable del medio y dije cuna de profetas cuna de salmones cuna de santos
Nosotros que, crecimos contemplando un país venirse abajo Escuchando y proponiendo el nadismo complejo, practicando la no-acción malinterpretada magullada dolorosa e inevitablemente conformista
Nosotros que, caminamos del pasaje al parque, de la esquina a la puerta
porque resulta que a veces escucho lo que él está pensando, o lo que tú estás pensando, o lo que yo estoy pensando
-lo oigo claramente cuando no hay nada bueno qué escuchar-
Nosotros que, creemos en los garabatos y en las iluminaciones divinas, -cuando se estiran los huesos duelen y se apoyan unos con otros mientras el cuerpo habla pensamientos chocan conmigo, contra mí- hablo de la generación calamariense del post-consumo, de las consecuencias de un mundo sin sentido alguno Anestecia y Valium para todos -generación que existe pero que no se ve- generación de jóvenes sin expectativas sin gracia, fracasados ya de por sí antes de empezar a vivir, que el destino muerde y maúlla con ellos cada vez que se pierde, otra generación viva de jóvenes santos
Lo reclamo, se escucha mi voz. Se pierde con el cielo raso cuando tenía dieciséis años descubrí algo que nada es tan bueno Pero no me perdí
sé muy bien dónde estoy
Fumaba en la esquina, en el pasaje cerca a mi casa Momentos cálidos y Personas a las que no quiero olvidar.
Había problemas, y todo iba muy de prisa
recién estábamos de pié.

Chacarilla, entre agosto y octubre del 2002

2. Verano

Somos los que miramos de afuera el hoyo que no nos dice nada nunca Y que se hunde otra vez y miles de veces más en un único segundo contado que se vuelve
revienta en un día soleado que se pierde en el Nunca Pasó
Nada
entre nosotros
y no se arrepiente ni arremete en contra mío nadie se presenta cada vez que se pierde Otra Generación Viva de Jóvenes Santos
Porque quiero ver aún en el cielo mi nombre y levantar mi mirada a un único bostezo, y un único minuto otra cara más y la calma asentarse en mi regazo acompañado
Porque no recibiré nada nunca Ni sentiré mi partir de horas Caminar encima mío nunca sentiré el palpitar de tu corazón, la brisa se acomoda en mi pelo -en mi maldito pelo- y el cielo infinito, el atardecer y la ciudad y todas esas otras cosas que también me seguirán hasta el fin de mi vida
como todo
Siempre es así -nunca cambiará- porque tampoco se oye nada más a kilómetros de distancia. Todo está quieto aquí y me siento una vez más acompañado aunque no estés Y se escucha el gruñido del corazón encima mío aunque las cosas estén quietas la ciudad nunca duerme, siempre hay alguien aguardando
algo
después de esto. Nunca hay nada que esperar Aunque no lo creas, nunca podremos sentarnos y pensar por fin que todo esto acabó. Las cosas se esconden
a veces
cuando no quieren ver nada. Entiende que también algunas personas preferimos estar a solas con todo esto encima nuestro -¿te imaginas lo que debe ser eso? ¿te imaginas?- así que preferimos escondernos debajo de la cama y de la almohada y de las sábanas frescas, como siempre Mi cuerpo desnudo y mi piel con todo tu color, mis labios por fin pálidos
tanto
que termino siendo así de abstracto en un plano indiferente, algo así como Homero Simpson -igual de grunge- pero nada de esto significa que te haya perdido o que me valla a olvidar de ti o que quiera dejar de verte o que ya no te quiero
Eso sería así si fuera más distinto. Lo que yo digo es que a veces algunas cosas son lo suficientemente grandes, y que uno cuando puede se pone sentimental
-incluso esas cosas pasan también conmigo-
No muy a menudo, en realidad
pero
ya no quiero ni escribir prosa, ya ni siquiera quiero seguir con esto. Creo que tendremos que aprender a vivir sin dejar de mirar atrás buscándote.
Eso estaría bien, aunque nunca es suficiente con la cantidad de cosas que tengo metidas en la cabeza. Y toda mi vida, y toda la hierva, y todas las veces que inhalamos coca encerrados en el baño rozando tu brazo con el mío y aspirando todo lo humanamente concebible, esperando así alguna actitud diferente.
Pero
eso no pasó, en realidad, si te das cuenta. Si lo piensas bien
te darás conque nunca te atreviste ni siquiera quisiste cuando casi estuvo por suceder ni siquiera derramé una sola lágrima con todo esto invadiéndome, siempre fui lo suficientemente duro casi me digné a perderlo todo.
Igual,
si algún día levantas tu mirada al cielo dorado y te das cuenta de lo que no pasó
y nunca pasó
lee detenidamente mi nombre
IF NOT FOR YOU.

entre enero y febrero del 2003

3.

Después del movimiento, la calma llega y se presenta como nunca,
oliendo incienso
Dando tumbos, intentando asentarse, pasando por el corredor y la cocina. Sentada en la mesa Bebiendo agua de un caño oxidado y levantando mi rostro a un compungido aullido
-eso jamás cambiará-
El sonido de agua cuando
rebota
y lo poco que nos queda se pierde conmigo.
Vivimos la época donde las personas
-y las oportunidades-
lo poco que nos queda se pierde conmigo
así no saco fuerzas, termino muerto en un estandarte.
(pienso valer la nada)
no olvidar
apuntarlo en la agenda del día martes, y contemplar el devenir del cielo azulado
para ese entonces
porque ya no veo madre, ya no veo hijo, ya no veo Espíritu Santo
a mi alrededor
-todo eso se fue al carajo hace tiempo-
Así
los herederos de esto,
opinan.
Yo me río diciendo que soy mejor
y me quedo callado después de un rato
mirando el vacío
:::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::
prolongarse
|||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
y el techo, y los cuadros, y la pared.
SUELO SUJETARME DE POCO
****************************************
siempre fue así.
Se hace añicos la ceniza esparcida en el piso
brilloso,
el polvo debajo de esto se caerá por la
pendiente.
Se esboza y se calma, se hace bien. Se reduce
-hecho todas las preocupaciones de aquí-
Porque no soy quién yo no hablo de eso (el consumo) ni toco la guitarra poniéndole empeño y un montón de sentimiento,
y tampoco escribo como uno de los
grandes
-tampoco tengo mensajes subliminales-
los garabatos azules, encima el papel. No la computadora estirada, ni la corriente, ni la electricidad, ni el Internet
-ojalá algún día todos me entiendan de verdad-
///////////////<<<<<<<<<
¡Alguien explota!
Una ballena hace temblar aquello, otra vez el miedo a la gente y reacciones antes anteriores
paranoia colectiva y visiones apocalípticas
-ansiedades (neuro-urbanas)-
y las caras, y las mentes, y los cuerpos
se unen en contra mío,
-el rechinar de dientes- las personas ciegas
llevan lo peor y se lo guardan en el sentimiento, y son incapaces,
por eso
te digo
NO,
NO VALE EL ESFUERZO

diciembre del 2002

4. Entre mes

Los geranios punzantes, que reconocí cierta vez
regresando del colegio, con mi mamá cuando era niño
no son producto de mi imaginación: ruedan cayendo por mi cabeza,
y cuando los recuerdo un segundo antes de haberme dormido hablan y me dicen:
bla, bla, bla, bla...
entonces no les entiendo nada, ni doy cuenta:
caramba le digo ¿por qué no le prestas atención a
las imágenes?
no las sabes escuchar cuando te hablan y te dicen
cosas muy importantes
Entonces yo
le respondo: No sé, tal vez será que
no se saben
explicar bien
Luego

me vuelvo a quedar dormido, después de un
rato.
GA TO GA TO GA TO GA TO GA TO GA TO GA TO GA TO
dicen mis, sueños mordiendo su r i s a alegre
Callando su boca y abriendo sus ojos, dos
ojos
Me avisan mientras estoy callado y yo les digo: ¡Ja!
Será que
no se saben alardear
bien
¡buh! ¡buh! ¡buh! ¡buh!
pifian las barras enardecidas de Rock´n Roll
y la SANGRE BULLENDO EN GRANDES CANTIDADES,
así le gusta la fama a los que saben cantar
todas mis agallas arrancadas en aquellos dientes
de oro
¿Así firmaré mis autógrafos________
__________cuando sea grande?
Alguna gente viene a este mundo con los píes sucios
llenos de ¡barro! mucho barro, un montón de barro.
Así se sabe, cuando llevan aquel lunar de plata
incrustado en su otro corazón
¡Oh! Baby Rock, ¡rock!...

entre febrero y junio del 2003

5.
Mis ojos, con
mi mirada enamorada
Y las otras cosas, tan
lejanas
Que parece, respirar
y no
aguantar, nada
Ya me quiero morir!
y tu vientre, tan
apasionado
que casi me quedo sin palabras
en los dientes
Claro que, lo sé lo sé
no creas que todo todo todo todo
esto es en vano
porque no es así
las pulsaciones en esta estructura, no vendrán
ni se caerán nunca por
la pendiente
que se dibuja cuando esto termina eres un boceto sin cuadro
Aunque no lo creas
aunque te parezca mentira
cuando juego con las letras, no
lo hago en vano
quiero intentar ser
electricidad pura en tus
Oídos
porque ya
todo (Everything) Is Broken
todavía todavía
No soy Calamaro quieto quiero intentar
acabar de una vez y
Manejar el freno
pero sin CO CHE
el primer estremecimiento
del palpitar de la piel con el agua fría de la bañera
Jugo de fresa ¿sabías que algunas diosas son café?
aquel verano las cosas se fueron volando por mi ventana
de noche
antes de que tu llegaras todo esto había comenzado
las estrellas
el principio del fin y de la decadencia
de los ahogados dieciséis dieciséis dieciséis
No eres parte importante del plan -risas-
cuando el tiempo voló y VOLÓ
a él no le llenaron la mochila con caca
¿sabías eso?
no lo sabía
¿has escuchado Lou Reed?
no me importa
las personas ciegas y aquí el sol
escribo sin amenizar la situación
y sin que tenga importancia (de verdad)
es mejor así
no eres importante en el plan NO
(claro que no) y las personas ciegas
- ¿Cómo? -dice él, y se queda callado un rato.
se mueve excitado de un lado > a
otro < y después dice: las PER-SO-NAS
CIE-GAS llevan lo peor lo peor lo peor
y se lo guardan en el sentimiento
así es: ¿qué llevas de esa cuerda arrastrada? ¿hace cuánto que no
te bañas? ¿por qué eres así____________te vistes así________y yo no?
y ¿por qué haces lo que haces? ¿por qué tienes esa manera de pensar? ¿por qué
no eres como yo? quieres ser comunista y
ni siquiera sabes contar llevo un día entero mirando el hilo conductor de las cosas
y no he llegado a nada, no me he enterado de nada América le sigue vendiendo sus
armas
al fantasma envenenado del silencio sigue muriendo su bombilla de luz
enfadada
El atardecer no es tan inconsciente a-hora
(ando un poco mejor de la cabeza) últimamente ahora me digno
a callarme un poco
¿sabías eso?
Kerouac quería ser budista Zen
NO NO NO NO ¿sabías eso?
-no me importa-
un BMW pero la ciudad al atardecer
los edificios altos las personas ciegas el crepúsculo encima de mi pelo
Mis ojos, mi melena de LEÓN
y (nunca llegué______a terminar mi novela) así quedó la cosa, el
Camino
Entero ()()()()()()()()()()()()()() mi Vietnam
mi lecho de saliva y sangre
porque el día se cae de cabeza y termina**********se termina:
(la noche nunca fue tan esperada) -risas-
otra vez, miles de veces más. Nunca fue.
Pero, mis ojos con mis
párpados caídos
Mis ojos con, la
mirada torcida
Mis ojos con, mis
pupilas llenas de sangre.
Let´s Walking On the Wild Side

febrero del 2003

6.

Los zapatos ya no caminan
cuando me los pongo andan solos,
y escucho alguna risa
que viene de no sé dónde puede ser que
me canse del verbo
cansar
Todavía inconsciente recuerdo algunos colores
que me dijeron que al final todo sigue igual
y recorrí aquella vez la piscina vacía por la noche y la luna se cernía mientras yo aguardaba dormido pero mi alma partía las nueces y se hacían bolas de nieve por doquier Y yo no dejaba de ver la luna negra encima mío o puede ser que haya sido el sol o alguna transpiración tuya Boca arriba buscaba la hermosura perdida de la noche o como se dice en otras lenguas la muerte del cartero y su propina
Y tal vez algún día lo llegue a entender del todo, cuando
termines de dormirte en mi regazo, podría hablarte de la grasa o de los barbitúricos
o de las papas fritas bañadas en ketchup color verdoso
o algo así, o si quieres te hablo de la inflación
o de easton ellis,
o sobre algún curso que llevemos en común
Y quizá así alguna vez dije que alguien podía tener la razón. O los tangos son de la música como lo es para nosotros
La pobreza, la tristeza o la decadencia. O quizá el vino que
derramo por tu boca alrededor de tus dientes en la comisura de tus labios
Mientras la ciencia nos enseña a construir aviones y robots
y la sociedad nos habla de individuos,
y las religiones nos hablan de
Dios. Mientras los automóviles redondos brillan
entre las luz densa de mis noches.
Caminando hacia un lugar que no se aproxima nunca
e intento alcanzar con todas mis fuerzas
trepando por encima de los techos
intentando ver la luz por encima de las nubes negras
construyendo mi torre de babel en alguna extraña película
de Hollywood
intentando no ser un tipo sin miramientos
pero con rencor
Mientras la labia fluye por mi boca
pluma mental animal
salpicando en tu rostro, compungido y aliviado
mirándome fijamente a los ojos
y sin llegar a ningún lado
en Vampirulandia
sí supimos encajar.

2003 sin fecha aprox.

7. Otoño

Así comienzan los días tras pasadas las vueltas de ocio de arrellanan en el vestíbulo de Gap alguna ciruela que nos servirá para servir las ienes hojalatas de odio
que se perderán la fortuna de tener olvidar la fortuna de hacer o de querer nunca se sabe cuando servirán la comida
este local no sirve para nada las meseras fuman y los cocineros se lavan las manos, filman uno que otro comercial y después se van
no saben que ¡la fortuna! se hace labrando la tierra no saben que ¡la comida! se ha hecho para servir la mesa no saben que ¡han venido! a este mundo a sufrir?
Y la digna vida escuchando música, no importa; la democracia entre comer
y dormir, no sirve
En estos días de acero inoxidable indolencia camuflada en bilis la conversación se habla pronunciando una enorme O repetida y el afilado cuchillo que usas para cocinar podría servir también para dejar de servir, y la justicia social se resume a
la repetida lucha entre comer
y dormir ¡Ja! ¡Ja! ¡Ja! la profunda decepción. Qué risa la llamativa ofrenda hecha de pedazos oxidados de polvo
y demencia senil.

otoño o invierno del 2003

8.

Habla todo lo que quieras por televisión, la regla es que no tengo necesariamente que escucharte Mi vida necesariamente no soy un bohemio
Me paso el día entero en casa; la Música los Discos
la yema de mis dedos en distintos botones, ya sabes
a veces puedo parecer Charly García tocando su piano y Cantando
y por otro lado podría ser cualquiera con el pelo largo y con botas y con
algunas u otras cosas metidas en la cabeza
podría morirme pero Tampoco sería la gran cosa sin
tocar mi piano No me lo creo del todo, mataron a la esposa de Polanski escuchando
Helter Skelter él se moría de la risa Todavía debe de tener un poco de coca en la cabeza
Pongamos la sabia roja en el pupitre de la institución profesor. Pongamos otras cosas también por el estilo
algo tipo_
gráfico Y si a la niña se le puede dejar a un lado si la boca la tiene podrida Si no sabe de otra cosa que no sea
risa y desilusión, Bienvenida al Tren
bienvenida si no es de trompetas, no entras Si no estás de blues; triste triste triste Aburrido punto
com. Vamos a mi habitación con la luz fría de otoño, no me raspa las pupilas digamos
que me las dilata, y mientras te digo esto un montón de dioses caídos me suplican
me suplican mientras me vienen a buscar, y yo los odio los mato Escucho
Sangre y Mutilaciones en barranco, a veces no se puede
olvidar, yo pasé allí un verano. Pero lo recuerdo como si hubiera sido nublado
qué hacía yo en barranco? Ah ! sí, soñaba, ahora lo recuerdo
caminaba por todos lados a veces me perdida intentaba encontrar mi lugar, hasta que
me quedé solo, y encontré el rechinar de dientes conocí algunas personas me deprimí antes
de tiempo y de eso hace ya un año, dónde se esfumaron los días?
el humo neurótico de la soledad y los nervios de mi madre, ascendían de malecón en malecón con esta
alma soñadora, ahora lo recuerdo A eso se le llama crecer
agaché mi cabeza, las lágrimas cayeron al pasto con toda su gloria.
Pero no era la lluvia, no era la última llamada del último poeta maldito Sería el
estrepitoso comienzo de los ahogados dieciséis.
No todos los drogados condenados mutilados tiene la suerte que he tenido yo
que he visto el infierno y he resucitado de las cenizas de un montón de rostros sin hablar
y un montón de canas desechas por el tiempo Y una última bocanada de humo
antes de irme a dormir -existe gente que no volveré a ver en mi vida- y pienso en ello
mientras me acuesto me desdoblo en mil pedazos y lloro -las cenizas en el cenicero-
y cierro tu boca y abro tus ojos Pálidos sin mirar a ningún lado y con miedo
y el techo me inunda la laguna sin vida de esto y de aquello y de lo demás,
de los espíritus fantasmagóricos en el follaje de los días,
y los recuerdos.

entre abril y mayo del 2003

9. Corte (o cuando todo importa menos que un corte de pelo)

Las papas fritas esta noche, son una especie de refunfuñar Sin sentido.
Porque cuando las ideas se desgastan tanto Puede ser que no tenga ganas de nacer
Por el televisor encima nuestro, se escuchan noticias del amazonas, de Bombay
Sigo rezando por vos y, digamos, que ya da tanto que no quiera seguir dando vueltas y vueltas
por la noche como un condenado, que nada más da igual por otro lado, no sería
buen día, si las nubes se fueran marchitando, estas son mis primeras ediciones hechas sin salir
de casa Son los primeros poemas hechos en masa hechos, algo como de un bastonazo
Y estos son los poemas que no esperaste de un poeta, estos son los poemas que no
quisieras haber visto jamás de mí, ya que hace frío y no dan ganas de pensar, ni
siquiera dan ganas de despertarse uno por la mañana, dentro de mi habitación. Digamos
que se escucha por allí algún leve blues, sería bueno si no tomas en cuenta, toda la
cafeína y lo barbitúricos de esta noche. El Alcanfor, la paz interior Todo el budismo Zen
que quieras Pero, no es que me parezca igual y que mientras estás allí me importe lo mismo o
no, digamos que lo único que quiero es no cortarme el pelo y ésas cosas. No creo que pueda dejar de
fumar De grande dejaré de cantar, tal vez. Pero no creo que pueda dejar de Protestar. Lo único que
de verdad quiero, cariño, es que no me valla tan mal. Al me nos eso es lo que quiero por ahora.
Haré algo de dinero, intentaré hacer un poco de paz Y algo de tolerancia y antes de que me muera,
espero no haberte arrancando toda tu sensualidad El cadáver exquisito de Breton todavía pálido, digamos que nunca le arrebataron su sexualidad SEXE y todos Los sueños del mundo se convierten en una especie
de látigo incoloro, los pájaros Van perdiendo su color, o es que aún la realidad en que vivimos
se puede saber de sueños y de enfoques. Corren ríos de tinta de distintos colores por las pistas sin nada de
vida, sólo un montón de alacranes y ciempiés Mientras se inyectan heroína los yonquis de todas las
especies del mundo, los ríos de distintos colores lo han acabado con todo, con todo menos con los edificios
en ruinas palpables con todo menos con los alacranes que invaden la ciudad inco lora envuelta en un manto
que es un espejismo, y los yonquis ahora sólo levantan su aletargada cabeza para escu char el tranvía que
marcha encima de ellos durante el sofocante verano, y estos mismos yonquis apenas logran ponerse
en pié. Ahora, que el mar no es ni marrón, ni fucsia y ni siquiera tiene una especie de falo erecto en su
interior, la musa que todo lo sabe y no adivina Por la noche se esconde en mi cálido le cho a descansar. Un
rayo circunspecto y -otra vez- incoloro, me atraviesa el rostro, atraviesa mi pecho y Yo tan sólo no lo
intento ver, no lo intento disuadir, este rayo vacío que gruje en mi estómago y nada lo sabe, nada lo ve.
Nada más lo creo y lo intento tocar. Es arte, llega hasta el clítoris cuando la besa Es arte cuan do me besa en la boca, ya, es arte. Y digámoslo otra vez, antes de terminar SEXE SEXE SEXE que nuestra libido
nos diga exactamente qué hacer, ya que el corazón es Obsoleto entreguémonos todos a nuestra diosa
que aguarda nuestros sueños para siempre, o su sexo limpio y afeitado solo para ti en tus sueños y en la

realidad,
también para siempre


hasta la eternidad también


¡Que así sea!

entre mayo y junio del 2003

10. Invierno

Líneas cuya punta de centro apuntan al interior mío se caen, cuando el director grita que se pongan a
estudiar, ellas se ponen a cantar
el Ritmo el Ritmo el Ritmo
y se escuchan los reflectores caídos también en
la cama mientras lo hacen, follan, y yo los escucho como si mi Cerebro Intranquilo pretendiera algo
Porque
no me imagino una vida así, sin pensar y hablando como la gente indiferente de las agujas tendidas que
se quejan mientras no me prestan ninguna atención -y es como
si hubiera tomado bencedrina con Joan- porque
ando súper colocado. Pero eso no tiene Nada que ver con Nada
Dejé mis clases de budismo Zen porque me aburrió estar tan tranquilo
y me paso hoy los días fumando y escribiendo como un degenerado. Cómo voy a estar tranquilo?
Es más
yo creo que nadie está tan, tan, tan tranquilo Yo creo que
la gente
por lo general
siempre termina poniéndose de pié y gritando incoherencias
cosas
que no tienen Nada que ver con Nada y, usualmente
me Hundo, me Hundo, me Hundo, me Hundo
y después me miran como si fuera algo raro o ponen cara de caca
cuando les digo
de las líneas cuya punta de centro apuntan al interior mío.
Y siempre hablan del aumento o la pérdida de peso,
o de como le fue al cabrón
en su nuevo empleo.
Mientras
yo les digo
pan para muchos
CONSUELO DE MISERIAS!!
e intento no embadurnarme tanto el cerebro -con las gotas que
me regaló Joan-
y que aguardan plácidamente en mi mesa de noche
porque no soy un tipo al que le guste
usar tantos estimulantes, ya
tengo suficiente
con todas las pastillas del psiquiatra, los analgésicos, y ese humo inherente que uso siempre,
a cada rato
para contrarrestar cualquier tipo de dolor. Y antes de irme a dormir
un par de gotas,
unas jeringuillas, para dormirme tranquilo y detener el tiempo
de inmediato, de montañas de polvo amarrillo para matar cucarachas que no sirven
para nada, y me inyecto
y digamos que las líneas cuya punta de centro apuntan al interior mío
son esas gotas que me congelan el cerebro y me dejan quieto
son un montón de rostros y bocas
pero sobre todo esas gotas misteriosas que me regaló Joan.

invierno del 2003

11.

Espero que me hayan hecho las maletas si es que yo he de partir ya. O sino, también
escucharía nada más el salmón dos si es que tengo que llevar algo
llevaría cafeína grandes montañas de cafeína
o algo así. Y si tuviera que partir ya
me iría a buenos aires caminando o sino tiraría dedo como
kerouac también
podría ser.
Pero no sé, la inquietud de la mirra en el sabor de los días no convence,
nunca lo ha hecho
y supongo que nunca lo hará.
Hoy por hoy me pasaron un video, me dijeron que era porno.
Y cuando lo llevé a casa,
no eran más que las guerras de las galaxias; y me sentí incómodo
fuertemente desilusionado.

sin fecha aprox.

12. De end

El sol de otoño te clava las paredes en su iracunda naturaleza, y sugiero
la pálida expresión de tu rostro, no como algo esencial
que cerrabas tras su paso los edificios terribles
de esta humedad, de la fría terraza a las diez de la mañana
y la tonta diferencia entre baudelaire y mario bros wolrd
de las hojas de los árboles que empalidecieron a la lucha y
las sombras que atravesaron mi cabeza tras el delirio de los días
se posan como una espiga en un corral.
Tus ojos empañados de bilis -¡qué extraño metabolismo tienes!- y bañados en sudor
me sugieren -tristes palomas otoñales- que me muera
o que me quede dormido, tras la pausa -un comercial de coca cola y otro de un niño muerto
y otro de una bisabuela perdida- tras la pausa, nada tapa tu
locura
tus últimos suspiros, una vez acabada -creo que no
confío mucho en mi psiquiatra-
hasta que las postas de luz terminaron la vida, cayeron perpendiculares en contra
mío como un soplido o como una raya de luz
y las ideas caminaron hasta perderse en mi lecho y en mi
regazo que se movía como una brillante manifestación asexuada, triglisérida
un espacio de papel maché, o un examen de colesterol alto
un ataque de tos, un paro cardiaco estilo porno y erótico, a la vez
hagamos una película serie b y arrojémonos de mi balcón
ginsberg nos regalaría un beso si estuviera en su mejor época
nos apoyaría, diría: ¡yo apoyo a este sujeto!
y por todos lados se moverían ésas chicas que bailaban canciones de los
Grateful Dead
y tal vez hubiéramos dormido en el Central Park, psicodélicos y
algo tristes por la noche: violentados, insatisfechos
y moveríamos la cabeza con nuestras melenas tres veces más abultadas
de lo normal
y escucharíamos The Doors, o hubiéramos preferido nacer diez años después
de todos modos no podríamos
cambiar.
Y mi rostro seguiría exactamente igual que ahora, y por tus venas correría
la misma sangre de siempre
y mis cosas
y todos mis poemas obsoletos se retuercen
como cualquier chiste sexista de fin de siglo, dando tumbos
y pensando en el chocolate derramado.
“¡vámonos a México!
sí, gran idea
gran idea”.

invierno del 2003

13. Plazas vacías (o interpretación increíble de una canción de Joaquín Sabina)

Los días que se sientan, en el anillo de san martín,
y los quejidos apagados de la boca, que regresan a lo benjamin péret
Como los limoneros parados encima de la estatua de la libertad...

Algunos comerciantes petroleros no nos dejan ni reír ni volar...
ahora los peces de ciudad, caminan de esquina a esquina
buscando, algunos problemas financieros que conducen a la inflación global.

Mientras los prisioneros de las páginas web se divierten
mirando a los protestantes incautos
protestar, mientras llueven bombas en el cielo de Madrid.

Los mismos pájaros urbanos molestan a los transeúntes impávidos que nunca
protestaron frente a la embajada durante la guerra
ahora ellos mismos no saben ya de qué rayos hablar...

Algunos peeeeces de ciudad, perdieron las agallas...
Supieron regresar, a lo benjamin péret
por una calle vacía, un horrible día de invierno.

otoño del 2004

14. Fumarola

cuando te quedes sin hierba en la ciudad,
cuando mueras de vergüenza contemplando tu triste existencia desperdigada,
cuando repongas en que no tienes motivos
para seguir haciendo equilibrio parado en un solo pié
Cuando te percates de la promesa que fusiona
tu realidad con la realidad que es real
fragmentando tu descomposición en dos pedazos rotos.
Y mutilando tu castellano en una sola vocal en desdicha.
Separando tus piernas para que el experto en medicina
te haga una infusión y te quedes estéril,
cómprate un McDonal´s, o un KFC
o una McFiesta.
Mejor.
Subordina tu injusticia con rosquillas de sal y
trapos locos.
Recitando a la noche, iluminando las estrellas, condenando tu pasión
frente a una ventana de arena.

abril del 2004

15. Historia de una generación venida a menos

¡Ayúdame! mientras caigo, en el letargo habitual de mis días.
¡Ayúdame! sin hacerlo, sin matar nada bueno. Sin ayudarme, mientras
tengas tiempo.
¡Ayúdame! mientras los árboles se secan, durante el invierno frío
algunas de las casas que veo abandonadas,
se parten en dos como una naranja al reventar.
Y mientras sigo de pié esta noche
contándote mis secretos,
los huesos de mis pies no dejan de pedir auxilio.
En el tiempo que es rojizo ahora
y en el cielo plomizo de mi infancia,
en el frío que carcome hasta los huesos
alguien ha evolucionado lo suficiente,
ha estornudando y se ha emborrachado
ha intentando caminar sin dar tumbos por la calle.
Algunos con ánimos de molestar
hemos aprendido a vivir muriendo,
como una generación venida a menos.

invierno del 2004

16.

Las puntiagudas yemas de mis dedos caían
una tras otra haciendo varios parpadeos
diciendo que si alguna vez me quedé solo me acompañó el tiempo
que me tocó vivir, a secas, y escribir
que si alguna vez me tocó el silencio Tras la pálida imagen del cuerpo angustiado
dejaría a un lado las horas que rebusqué entre las sábanas la puntiaguda aguja estrellada
de la noche.
Rogando ilusión, derramando bilis, ahuyentando lagartijas
saltando estúpidamente de un pié a otro, montado en un caballo, caminando por las veredas que escupen
fuego, maullando como un gato
Callando tu cabeza, que rebuzna una que otra cosa venerada por la crítica acerca de mis libros
y lo demás
hasta desaparecer otra vez,
en lugar de contemplarte el día entero mientras haces cosas
y dices palabras que se confunden entre la penosa decadencia humana.

sin fecha aprox.

17.

Mi generación se puede ir a la mierda
entre oír y escuchar hay mucha diferencia
tu cara de coño nunca me encantó
ni la tibieza de tu entrepierna tarada,
ni me paralizó estandarte
la cabellera hundida,
tus pantalones y tu rareza.
Que si hubo una época en que
me empeñé en ser ensalada
el aguatero se comparó
con la pequeña insignia de alcatraz encantado
mientras ese líquido
aceitoso y amarillo
que resbala por tus fosas nasales,
junto a tu supuesta y novedosa calidez
en la rejilla de la desazón que atraviesa
y en los párpados caídos de algún día
se posan como una espiga en un corral.
No te mostraré de cerca las estrofas más gloriosas
que leerás en tu lecho
viviendo el sueño vívido y etéreo
las páginas de mis libros atravesarán el cielo
pálido y triste
de la ciudad en que te encuentres.

sin fecha aprox.

18.

Una noche de insectos, Hector Lavoe
y demás.
juego ajedrez con las niñas a la tarde.

abril del 2004

19.

Ken Kesey es un ciempiés fumando opio
en un hongo alucinógeno y las chicas
son arpías disfrazadas de vírgenes.

abril del 2004

20.

Una noche,
como cualquier otra,
esconde el encanto de recuerdos culpables.

abril del 2004


Desintoxicación (Enero - Febrero 2005)

"Qué temeridad acusar de maldad a una canción..."
Andrés Calamaro

I. Posibles consecuencias de una mentira piadosa

Lloro por este silencio y esta caries rota
este segundo arrastrado
(los ideales de un lunático,
son siempre la comidilla del pueblo)
Lloro por las huevas,
no hay razón aparente
Gonzalo, tú no estás en lo correcto.
Aíslo esta queja con sarro
nada debe quedar fuera de lugar.
Un ojo en la cerradura de la puerta (¿?) es odiar
la instrumentalización voraz de tus actos.
Te ves tan mal tratando de construirte un mundo
mejor.
Odio la belleza humana,
es tan frágil.
(Aún escucho tu voz,
y siento tus manos aquí conmigo)
¿Por qué no has llamado?
No te pareció suficiente mi queja
pararé otra vez el autobús, intentaré no
tenerte rencor.
Siempre el que termina mal
termina mal.

II.

Desperté temprano en la mañana e intenté mantenerme alejado de ti.
Compré el periódico, -estoy harto del presidente, harto de sus problemas, harto de todo esto-
Rebusqué entre mis sábanas y leí a Ginsberg bajo este sol de verano del dos mil cinco.
Recorrí la ciudad buscando marihuana y finalmente caí en la oficina central de la editorial con César y Gisela intentando ubicar al editor de un próximo e inminente éxito literario.
Finalicé mi ayuno con pescado crudo en limón y cebolla,
manejé mi comportamiento con mate de coca hasta las cinco de la tarde.
Robé a mi madre algunas monedas y salí a fumar y a pasear al perro
esperando así alguna actitud diferente.
Estoy tan cansado de esto -es verdad
estoy tan cansado de escribir
y de hablar siempre de lo mismo.
Estoy tan cansado de mí, soy tan hedonista
tan poco humano.
Antes de caer la noche te llamé:
“Aló, ¿cómo te va? Sé que tienes que hacer
hartas huevadas, sé que no tienes tiempo para mí
o para hacer nada. Eres una chica
tan ocupada
y tan mayor.
Lo siento, está bien. Me llamarás luego, lo tomaré en cuenta”.
Y divagué mi triste existencia
por mi pequeño mundo
de Calamaro y poesía beat.
Pero al final,
qué importa todo, qué importa Calamaro
y qué importa la poesía beat?
Un rayo de luz atravesó mi cerebro cerca de las siete de la tarde.
Como no llamaste me digné a estar solo con todo esto
invadiéndome.
Me siento tan estúpido escribiendo una novela - me siento
tan estúpido y angustiado.
Escucha, no todo en esta vida es obligado,
no todo en esta vida es Trabaja, Estudia, Progresa, Sé un buen
peruano.
No todo en esta vida es Taller e Institución, también hay algo
que se llama Gonzalo Casusol
y muere.

III.

Tiene casi diecinueve años y es un idiota total
se pasa la vida intentando asentarse, intentando escribir como un loco
porque siente que el tiempo nunca es suficiente y que ya no puede aguantar
un segundo más sin golpear su teclado.
Gonzalo Casusol siempre ha sido un hijo de puta mentiroso y arrogante,
ha golpeado a su padre y a su madre tantas veces como ha sido necesario,
con tal de escribir un poco mejor.
Ha estudiado la mayor parte de su vida, y nunca logró descifrar con precisión
qué carajo significaba X
Pronto Gonzalo Casusol morirá.
No vivirá lo suficiente.
Fumar tanta hierba lo tiene jodido,
así que no hay de qué preocuparse
apenas va en el capítulo VII de su novela (un bodrio ininteligible,
estúpido e impublicable)
y no sabe qué más hacer con su vida.
Se ha estancado
se ha puesto otra vez a escribir poemas como un idiota.
¿Necesita desahogarse un poco, señor?
¿Desearía golpearme el rostro otra vez con esa
Gran Cadena?
Oh Dios, aquellos días han regresado.
Han vuelto, transformados en bilis
pero han vuelto.
Volvieron para quedarse -y yo no sé qué hacer.

Martes 18 de enero del 2005, 12:52am

IV. Resignación

Sí, huevón
nadie te está mirando.
Ni tus padres,
ni los amigos de tus padres,
ni ese camión repleto de basura
ni esta casa deshabitada, nadie.
Nadie te está mirando, huevón
continua con tu trabajo.
Fuma, corre
desintégrate, materialízate
vuélvete a caer, reacciona
ten misericordia
aléjate. Muere,
resucita
nadie te está mirando
puedes hacer lo que quieras.
Puedes llorar, tomar un helado, leer
escribir
puedes guardar para más tarde la ceniza esparcida en el piso
brilloso,
puedes pensar un poco más, en tus logros, en tus aciertos
en tus errores, todo.
Dios anhelo tanto
un fracaso
una desazón más grande que la que siento
ahora.
Quiero escribir el poema más prescindible...
en esta noche en este
MUDO
OH, anhelo tanto una repartición injusta
de las ganancias,
OH, anhelo tanto una noche más
sin ti.

Domingo 23 de enero del 2005, 8:44pm.

V. Pero qué aburridos son todos

aburridos, como la sal en una comida entre vinos y espinillas: este martes cualquiera de cielo gris y marihuana, con eza pound -emily dickinson aburre, se quedó tan sola y perdió la razón. david kuzma durmió aquí y vimos cine erótico hasta las dos de la madrugada, y fue tan aburrido. resumiendo, no me importa si la calma te llega a los talones, y no me importa si eres feliz hasta la médula y ya no le puedes pedir más al cielo elevado. no me importa si ya son las doce, rezaste el angelus como un imbésil y fuiste al cementerio. estoy tan cansado de esto, y estoy tan cansado de ustedes, porque son tan aburridos...

VI. Necesito que alguien me dé una paliza

Qué triste es pensar ahora en ti
sin saber que no recibiré nada nunca,
qué triste es caminar y fumar
y sonreír.
Y despertar cada mañana
con un agujero cada vez más grande
en la cabeza.
Qué triste es estar solo, y extrañar
a los amigos ausentes
aquellos que todavía están vivos.
Es triste pensar
ahora en ti,
sin saber que no estás
cada vez más lejana
cada vez más incierta
avanzando estúpidamente hacia
un futuro
alejado y monótono.
Qué triste es pensar ahora en ti
sin saber que no te has ido
que sigues aquí conmigo.
Qué absurdo pensar hoy en ti
hay un indeseable insecto en mi alfombra,
esperando entrar.
Qué aburrido pensar hoy en ti
hay un individuo odioso en la acera,
esperando entrar.
Qué iluso es pensar hoy en ti
hay un niño pidiendo tu amor en la esquina,
esperando entrar.

Martes 1 de febrero 2005, 9:47pm.

VII. Mientras dure

Mientras dure el verano, mi cabello crecerá
y mi barbilla incipiente crecerá
y mis ideas, mis ilusiones
y todos esos pensamientos que alberga mi cabeza adolescente, se estancarán.
Cumpliré mil
millones de años, si el señor Presidente se digna un poco
a besarme el trasero.
Mientras dure el verano
seguiré contemplando a las chicas que
con el verano parecen ponerse cada vez
un poco más
bellas.
Y mis caries,
y mis dientes en proceso de
putrefacción,
me darán una buena paliza
y una buena
cosecha de dolor.
Mientras dure este verano
del dos mil cinco
aprenderé a mantenerme callado y sobrio
me amistaré otra vez con esta soledad
que invade mi cuerpo y mi habitación
y todas mis ideas que siguen aún vigentes desde que
inicié esta estúpida guerra contra mí mismo.
Que viva la inocencia de mis diecinueve años recién
cumplidos
que viva Allen Ginsberg y Jack Kerouac
que viva John Lennon
que viva aquella Generación Viva
de Jóvenes Santos,
que viva el grunge la generación X el nadismo complejo
que vivan las prostitutas, los cabaret del centro de lima
a luka la barra,
y que vivan las chicas y los chicos
que viva Andrés Calamaro y su salmón
que viva Hendrix, Martin Luther King y Robert Kennedy
que viva Janis Joplin, Mozart y todos sus hippies
mientras dure el verano del sesenta y ocho (¿?) que ya se acabó
y mientras dure yo con esta
absurda actitud
mientras dure el verano, sí
mientras dure.

Martes 1 de febrero 2005, 11:00pm.

VIII.

No sé si he actuado bien
dándoles todo mi dinero, agobiándome inútilmente
en un remoto punto negro
encima de las Torres de Limatambo,
un sábado a la noche sin nada de gloria.
No sé si he actuado bien
contándolo todo
vomitando palabras y expresiones
que tienen que ver
sólo conmigo.
Quiero despertar
y olvidarme para siempre
de la manera con la que te fuiste
sin decir una palabra
y actuando como si no te importara.
Y eso es tan propio en
mí. Como si nada fuera lo suficientemente importante.
No quiero que te dignes a volver
sólo por pena o por soledad.
No quiero olvidarme
de que es verano
de que partimos hacia lugares distintos. Que no
nos importamos.
Que no importa cuánto nos lleguemos a querer
nunca va a ser suficiente.

IX.

Pero qué horrible es todo esto
qué horrible es escribir
y hablar todo el tiempo de lo mismo.
Es horrible
y es frustrante
despertar todos los días.
Es odiosamente malo ver televisión
la luz fluorescente y el alcohol,
es muy malo dormir a las tres de la mañana
y despertar agitado pensando en que
ya te moriste -y te duele mucho el tórax,
y has inhalado pintura, o te caíste de cabeza por una pendiente
resbalando.
Y has dormido y has
estando despierto, alucinando
y has pensado muchas veces en lo mismo.
Estás cansado de escribir
y no te sobran las ideas
Piensas en esa chica
que te dejó
y piensas por igual en tu pasado.
Has huido de tu compromiso
como ser humano,
intentaste mantenerte alejado de todos.
Y ahora, que te diste cuenta
que tus palabras y tus actos, solo te llevaron
a una decadencia adolescente,
y te das cuenta de que nada sirvió para nada
sí, el camión de la basura ya pasó
y tu te quedaste como un idota
esperando entrar.

X. Credo

Creo en el valor inmaterial de los libros
creo en el amor desenfrenado a los dieciséis años
creo en la literatura
en el río místico que arrastran las palabras
creo en mis propias ideas
en el ideal perpetuo en mi cabeza.
Creo en la entrega total de mi vida,
y creo en mí,
y creo en mis amigos.
Creo en el bienestar total de mi familia
pero adoro el desenfreno acabado
que me lleva hacia ningún lugar.
Creo en el ser humano
que se esconde detrás de estos pesares.
Creo en la Santa Religión
de Mis Hermanos
Caídos.
Creo en el deicidio,
en la pared vencedora de un chico acabado
que luchó como David y Goliat
ante un gigante tatuado.
Yo creía en el amor apurado, yo
leí a Ginsberg, yo comenté tal cosa,
yo cené agua mineral
y me quedé hasta tarde escribiendo.
Yo creo en la inmortalidad de los grandes maestros,
creo en el traspasar de décadas
y montañas.
Yo alucino un monstruo demente
escondido detrás de mi almohada.
Yo creo en los amigos
y alguna vez confesé sentir un amor desenfrenado.
Yo creo en todo eso y
no voy a misa los domingos, tengo un temor
horrible de casarme
y tener muchos hijos.

XI. Seis del dos

Ningún poema me convence
escribo pura mierda
he retrocedido mil años
y solo espero poder dormir.
Quiero beber agua mineral hasta lograr
empozar otra vez en mí
todo lo que ofrecí a cambio de nada.
Tengo miedo
de llamar a la policía y pedirles que me arresten.
Tengo miedo de confesar un asesinato
cometido hace siglos,
o vender drogas en el jirón de la Unión.
Odio la dramatización efectista
de mis actos.
Dios, qué poemas
tan horribles.
Espero estar listo cuando se acabe
el agua mineral, espero estar listo
cuando me quede por fin ensimismado
absolutamente solo.

06 de febrero del 2005

XII.

Nada bueno saldrá de todo esto, tienes que convencerte.
Nada.
Nada bueno te espera en la esquina, será la misma
monótona y aburrida esquina de siempre.
Es gracioso, podría seguir semanas así
otra vez que me quedé varado
en mis propias ideas
naufragando en un mar de señales
inconclusas.
Nada bueno saldrá de todo esto, estoy seguro
el pasado vuelve y es cada vez
más puntual
te toca la puerta con una especie de sonrisa sincera.
Te saluda, te da la mano
te dice: sé sabio, amigo.
Sé sabio.
Pero el sarcasmo es atronador, ojalá algún día
todos se mueran de verdad.
Espero que me dejen en paz, alguien se ríe conmigo
cómo nos divertimos siempre.
Fumamos
y jugamos tumbaditas encima del pasto.
¿Quién ha regresado de las cenizas con la noticia
de un secuestro?

XIII. Superación

No me interesa tu sábado a la tarde
ni tu trabajo, ni nada.
No me interesa saber más de ti, de tu soledad
o tus problemas.
Ya no me interesa conseguir tu amor,
o dañarlo.
Ya no soy más títere de tus desencuentros,
ni te espero en la esquina,
ni te llamo por teléfono rogándote perdón.
Felizmente he salvado lo poco
que queda de mí
y lo he reunido alrededor de una fogata.
Leí un par de libros autoayuda
y me desintoxiqué.

Febrero del 2005

XIV.

Confieso olvidarme, la mayoría
de las veces
de las imágenes que llegan con la zozobra acogedora
que te deja
el mal sabor de la vida.
El jazz de los domingos a las tres de la tarde
en el cuarto de un amigo
bebiendo vino, y charlando
diciendo que hace cincuenta años
en Estados Unidos, ellos hacían lo mismo
y se hacían las mismas bromas
y fumaban lo mismo,
inmortalizando su historia:
como cuando Luciar Carr
mató, frente al río Hudson,
a ese sujeto que estaba enamorado de él
-creo que se apellidaba Krammer-
cogió su navaja suiza
y lo mató.

Sábado 26 de febrero del 2005

XV. ¿Qué intenté decir con el poema anterior?

Olvidarse de lo que uno iba a escribir
debe ser lo peor para un escritor
con cerebro de pollo.
Vayamos al grano,
pollo.
Pongamos que me da un día por escribir
un poema
que sólo diga: No pude escribir este poema. Lo siento.
Qué diría la abuela, mi prima, la empleada.
Qué diría mi padre, de seguro me llamaría y me diría:
qué carajo te pasa
qué has estado fumando.
Pongamos que hoy me hago el chistoso, ya que es febrero.
Y no dan ganas de dormir,
hablemos del poema anterior. ¿Qué les pareció?
¿Estuvo bonito?
¿Me entendieron?. Bruno:
¿Viste que no quise seguir una idea fija?
Suele pasar, no es tan malo.
Por momentos yo también pienso
de que es muy feo.
Pero lo miro con cariño. Es mi hijo.
¿O simplemente intenté escribir un par de poemas más
para llenar un par de espacios vacíos que
tenía que llenar? De todos modos a mí
esa anécdota de Lucien Carr me va muy bien.
Y mis amigos y yo
siempre hemos querido ser como los escritores de la generación beat,
todos muy pasados de moda.
Todos muy locos.
Así que lo que les quería decir hoy
sábado,
o domingo a las dos de la madrugada,
es que me gusta que me lean
-si es que a mí alguien me lee-
y que solo
intento pasarla mejor
conmigo un rato
nada más un rato.

Sábado 26 de febrero del 2005

XVI. Película porno

De momentos entro a mi habitación e intento ver una película porno
es horrible, y es muy fea
y la pasan por un canal de cable.
Es una película de ésas películas en las que la trama
siempre es absurda,
y la actriz principal es muy rubia
y parece tonta.
E intento, ya saben, meneármela un rato
pero no puedo.
No sé por qué la situación -inverosímil
no me pone -e intento pensar en otra cosa
que no sea esa actriz rubia,
pero no pensar en nada tampoco me pone
y decido escapar por la ventana
a buscar algo bueno qué comer durante la noche.
Pero soy tan idiota que en lugar de saltar por la ventana
y volar, me acerco a la computadora,
escribo esta mierda, y todavía no me dan ganas de dormir.

Sábado 26 de febrero del 2005

XVII.

Cuando el día ha destruido la noche, se juega al billar en la cuadra
doce de José Gálvez, en Lince
o alguien se pinta de amarillo el pelo.
He oído que ha salido de la cárcel, anteanoche lo vi a las diez
en las noticias, en policiales.
Hoy lo vi sentado en la bodega de la esquina
fumando un troncho.
Quizá él también tenga el corazón roto.

XVIII. Poema muy malo olvidado en un cuaderno extraño que me regaló carola hace tiempo

Difíciles y estúpidas excursiones
parten de mí y me hacen renegar
mientras este recorrido, parecido a un despeñadero
parte de mí y rompe mi nariz
en dos
parte de mí y rompe mi nariz
en dos...
Estúpidas y disímiles repeticiones.

Sin fecha aprox.

XIX.

Es muy cierto, cuando pienso
en que la situación en la que vivo
constantemente, siempre está a punto
de salirse de control.
Vivir en el borde es vivir
a punto de estallar.
Pobre de mí, cuando salgo a caminar
estoy a punto de perder el control.
Y cuando me meto en la ducha
el domingo
estoy a punto de perder el control
pobre de mí, mientras tú estás allí tan sola
yo estoy aquí
a punto de perder el control,
gracias por invitarme hoy a tu casa
y salir a pasear,
estuve a punto de perder el control.

Domingo 27 de febrero del 2005

XX. Acerca de manifiesto y desintoxicación

No es nada personal,
esto se acabó, como todo. El verano.
Manifiesto y desintoxicación será vendido publicado y ultrajado,
ya lo escupí todo, ahora pueden vomitarlo ustedes mismos,
gente que se encoge = gente que se coge los cojones.
Pronto este poemario será leído por personas que conozco
personas que quizás juzguen mis poemas de manera equivocada.
A todos ustedes: que se los tire un caballo.
No me importan sus vidas y tampoco me importan sus intereses,
hace mucho tiempo me deshice de ustedes.
A los que están, a los que se irán
y a los que no les guste, que se los tire un caballo.
Ha sido un poemario de amor frustrado y desolación
todo muy bonito y muy detallado.
Ahora que se los tire un caballo. Por favor, se los ruego.
No me molesten más con sus preguntas y con sus interrogatorios absurdos.
Ya escribí, ahora tengo que dormir. Zzzzz...
¿Todavía no se los tiró un caballo?
Puta madre.

Domingo 27 de febrero del 2005

miércoles, febrero 23, 2005

XVI. Desolation Room

XVI. Desolation Room

Una tarde fría de agosto del año 1999 se fue la electricidad en gran parte de la ciudad. Los apagones son jodidos y difíciles de sobrellevar. Cuando uno está acostumbrado a ellos, es muy normal; pero cuando se te presentan de improvisto sueles maldecir: se te apaga la televisión, ya no hay música, no puedes leer (por lo general) y te tropiezas. El hielo de las refrigeradoras viejas como la mía se te puede derretir e inundar la habitación...
Recuerdo que se hacía de noche, aquella vez, y escuchaba viejos discos de Bob Dylan frente a mi ventana, mientras leía un fragmento de un libro viejísimo de Tom Sharpe (divertido y alocado) cuando de pronto ¡shhh! se paraliza todo y me quedo a oscuras, susurrándole a la pared...
Mi primera impresión fue dejar que la luz de invierno se infiltrara por mi ventana. Lo siguiente, fue intentar llamar a mi familia sin mayores resultados. Un último intento de librarme de la pereza o de dormir, fue salir y mirar la expresión de la gente y de la calle. Había cierto movimiento a oscuras, habían ciertas sombras abiertas que atravesaban la calle de un extremo a otro. De pronto ya no había más línea telefónica. En la avenida Precursores, colindante con el pasaje donde vivo, en un segundo piso, había cierto desorden vial...
Cogí algo de dinero y salí a comprar velas.
En el camino, como resultado de los últimos segundos de luz, escuché un grito. Caminé un par de metros y volteé.
- ¡Marcel!... ¡Marcel!
¿Me estaría volviendo loco?
Apuré el paso. No es grato hablar con extraños en pleno apagón. Poco a poco la penumbra se fue apoderando de la calle y del universo.
Gustavo y Walter me abordaron. Ambos reían estrepitosamente.
- ¿Qué hay, muchachos? -Les pregunté, un tanto confundido por todo.
- Ahí...
Ambos parecían estar muy pasados. Creo que era viernes o algo por el estilo. Yo llevaba una casaca azul que sujetaba con todas mis fuerzas. Recuerdo que corría un viento terrible y estaba angustiado debido a la oscuridad. Sin embargo, ellos parecían estar de lo más normal.
Gustavo comentó:
- Estábamos haciendo un trabajo en casa de un tío que es recontra ebrio. Nos invitó vino, y luego... el apagón. Ya sabes, ¡ja, ja, ja! -Gustavo reía-. Al final no hicimos nada.
- ¿Tú qué hacías, Marcel? -Preguntó Walter.
- Masticaba un chocolate -le respondí.
Llegamos al parque César Vallejo. Era casi de noche...
- Naaaada... -dije en tono casi burlón-, escuchaba música... nada más.
Pensé por un minuto en mi familia. De repente, después de mucho tiempo, sentí algo de nostalgia, pena y preocupación por todo. De igual manera, pensé que debería hacer algo. Ir a la Universidad, como ellos decían. Imaginé cómo estaría ahora si hubiera llamado a la puerta de los señores Beltrán a preguntar si ellos tenían velas. Quizá me hubieran invitado a pasar y hubiéramos bebido té. La señora suele pintar cuadros. Sin embargo, ese sentimiento no duró demasiado.
Las calles vacías y sin luz crepitaron como una cucaracha al despertar. Los automóviles cada vez más confundidos viajaron en diferentes direcciones a la vez. Una vez en la bodega, compré un par de pilas y cinco velas. Gustavo y Walter compraron cerveza en lata. Gustavo y Walter la abrieron. En el parque, a oscuras, nadie veía nada. Saqué una pelotita de hashís y nos pusimos a fumar en mi pipa. Los tres tosimos fuertemente.
Entonces surgió la estúpida idea de ir a la casa de Walter.
- ¡Está lejos! -grité, fuertemente desanimado.
- Cruzando la avenida Panamericana -señaló Walter-, está cruzándola a dos cuadras.
- Oye ya pues, Marcel -alegó Gustavo-, hace tiempo no hacemos nada divertido. Comemos y ya. Yo también tengo que irme a mi casa.
- Están locos -les dije- hace frío. Todo Surco está a oscuras, por Dios...
- Eso es lo de menos... -dijeron.
En la avenida Panamericana no habían demasiados carros qué esquivar, y sin embargo los que pasaban lo hacían con una velocidad impresionante. No habían luces, solo lográbamos recibir la luz de los faroles de los autos. Gustavo corrió primero y tuvo éxito. Era cosa de calcular y hacer pautas, nada más. Se detuvo tres veces. Walter hizo lo mismo. Finalmente me animé a hacerlo.
Me cogí de los huevos y corrí. Corrí. Corrí. Me detuve. Los autos ahora iban en dirección contraria. Esperé un intervalo considerable. Cerca de dos minutos. Un camión cisterna me hizo sudar a mares. Me deshice de mi casaca azul. Me la quité. Una vez que pasó el camión cisterna, el ruido seguía siendo ensordecedor. Corrí, y transpiré. Me demoré otro tanto.
Por un minuto pensé que no lo iba a lograr.

En la casa de Walter, durante aquella tarde de invierno en la que se fue la luz, en 1999, prendimos una de aquellas velas que compré en la bodega y nos pusimos a fumar otro poco más de hashís de mi pipa.
Walter tosió estrepitosamente.
- ¡Cock! ¡Cock! ¡Cock!
- Tranquilo amigo -susurró Gustavo.
Walter se puso rojo como un tomate y desapareció en su cocina buscando un poco de agua mineral.
- ¿Y qué es de tu novela, Marcel?
La luz de las velas era tenue y le daba a la escena un aire desolador. En casa de Walter todos estábamos con miedo por la inminente llegada de sus padres y el olor a hashís del lugar. Inserté un par de mis pilas en una radio portátil y empezamos a escuchar interferencia.
- Estoy dándole los últimos toques finales...
- Ya veo.
Y en seguida:
- Ha sido un camino difícil, ¿no?
Moví mi cabeza de arriba a abajo, agregué:
- Ha sido un camino largo y sinuoso...
Permanecemos callados ante la oscuridad de la habitación.

Nos sentamos en un parque cerca a Casuarinas, donde los automóviles no llegan con tanta furia y la calle luce desolada. Yo digo que se parece a Chaclacayo por las paredes de ladrillo rojo y las enredaderas que hay a continuación. Y este parque: extraño, pequeño. Tiene unos cinco metros cuadrados de concreto y una pared también de ladrillo (pero después de esta pared ya no hay nada, y vemos allí el cerro Casuarinas desde lejos) pero yo solo pienso en seguir caminando y seguir fumando este poco de hashís y olvidarme de todo el mundo para siempre. A mí nadie nunca me ha servido para nada.
Nos sentamos y prendemos con mi pipa otro poco de hashís y fumamos. La ciudad está a oscuras.
Entonces les hablo un poco de Charlotte. Les hablo de todos los libros míos que ella tiene, de todas las cosas mías con las que se quedó. Algunas cosas que están en su casa, aquí en Lima, y otras tantas cosas que se llevó al Cuzco. Finalmente les digo que hay mujeres, chicas excelentes con las cuales acostarse por una sola noche (no es el caso de Charlotte) y hay momentos en la vida, hay algunos besos que uno quisiera congelarlos en el tiempo. Incluso, hay veces, en las que uno prefería no haber fumado, ni haber tomado nada, para así recordarlos mejor. Y hay mujeres a los que uno les da todo en esta vida y lo único que hacen para remediarte un poco es comprarte una estúpida pipa para que te sigas matando los pulmones.
Gustavo asiente y vuelve a prender la pipa. Nuestras caras de iluminan un solo instante.
- Llega el momento en que uno no sabe qué es mejor y qué es peor.
Hay amores que duran un minuto, y hay situaciones en las que uno no quisiera estar involucrado.
Walter asiente.
- Así se dice, amigo.
Una luz amarilla en el parque nos hace volver a la realidad. Una camioneta Serenazgo lleva las luces encendidas y zigzaguean azules unas contra otras por toda la estrecha calle. La camioneta avanza lento.
A continuación los muchachos y yo cogemos nuestras cosas y decidimos huir.

XV. Caneto´s Flashback III

XV. Caneto´s Flashback III

Recuerdo aquella vez en mi casa en Punta Negra, aquella Navidad terrible de 1998 cuando coincidimos Porongo y yo en la misma cuadra donde estaba mi casa. Era un diciembre extraño que no quisiera haber vivido jamás. Durante la semana, Porongo y yo jugamos fútbol, conocimos a una chica rubia de extraños ojos celestes que insistió en que le consiguiéramos marihuana. Porongo me miró un minuto y luego le dijo:
- Perfecto, ¿cuánto quieres comprar?
- ¿Cuánto me pueden vender?
- Digamos que con diez soles alcanza para una buena...
Porongo y yo sudábamos. El atardecer era como un espectáculo terrible, el cielo se incendiaba encima nuestro. Habíamos estado jugando fútbol toda la tarde. Después de aquellas casas estaba el mar.
- ¿Entonces quedamos así?
Porongo y yo no nos conocíamos mucho en realidad. Estudiaba en mi mismo salón desde hacía un par de años pero no sabía nada acerca de él excepto que le había roto los dientes a alguien alguna vez.
El mismo 24 de diciembre a la noche Porongo y yo buscamos a aquella chica rubia de ojos tan extraños. Salió a recibirnos y le enseñamos el paquete. Todas las casas estaban iluminadas con adornitos Navideños. Vale decir que en aquella época conseguir Mango Light o una buena marihuana brillante era más fácil y más barato que ahora. La diferencia entre una de buena calidad y otra cualquiera variaba. Pero era más seguro que ahora, o era más difícil de conseguir. Supongo. Lo peor del caso es que oíamos irremediablemente aquella musiquita navideña tan horrible. Pero lo que quería esta chica era un poco de paz, o un solo canuto, y me dijo:
- Carlos Ernesto, lo que yo quería era fumar un poco, nada más. ¿Qué es lo que voy a hacer ahora con toda esta hierba?
Porongo dijo:
- Qué cagada. Feliz Navidad. -Y le dimos un moño, sus diez soles, un par de papeles de fumar y nos largamos.
- Caneto, vamos a fumarnos toda esta porquería.
- Vamos.
Subimos a lo que era una especie de andamio y nos sentamos a fumar y a contemplar el mar. Porongo armó con mucha maestría un varulo enorme y dijo que pasar Navidad en Punta Negra era de lo más entretenido. Tenías el mar, el sol, mucho Mango Light. Finalmente terminamos de fumar varios canutos, cuando Porongo me dijo que me llevara el paco nada más por cinco soles, que no quería conservarlo. Prácticamente me lo regaló. Luego llegué a casa a eso de las once y media. Al llegar la medianoche tragué como nunca antes había tragado en mi vida. Por un momento todos me dijeron que me tranquilizara, que yo nunca comía así. Y yo estaba con los ojos muy rojos y tenía un montón de Mango Light es mis bolsillos esperando salir.
- La comida no se va a ir, Caneto.
Mi prima Yesenia, de más o menos mi edad, sabía que yo estaba volado y se reía.
- Caneto, como que tu atuendo no es muy navideño que digamos ¿eh?
- No sé, me he pasado el día en la playa. No me molestes.
Continué tragando. Arrasé con el pavo, el arroz árabe y el puré de papas. La gente a mi alrededor (padres, parientes, primos) comían y conversaban por igual. También había algunas cuantas cervezas y regalos innecesarios.
- Ah pero igual... Caneto, hazme el favor.
- ¿Qué? ¿De qué me estás hablando?
Yesenia miró fijamente a Miriam y luego ambas rieron. Luego me di cuenta de que todo el mundo llevaba ropa de vestir encima (saco, pantalón, camisa) excepto yo.
- No me jodan. Es verano.
- Claro.
Miriam miró a Yesenia y en seguida Yesenia me miró a mí.
- Tu ropa de baño y tu aspecto son de la puta madre.
Aguardé unos minutos.
- ¿A qué te refieres?
Miriam, de unos dieciocho o diecinueve años, aplicó.
- Estás reventadazo, huevón.
- ¿Ah?
- Que estás todo fumado.
Fruncí el seño. Por un segundo dejé de comer.
- Shhh... Cállense.
Miriam y Yesenia volvieron a estallar de risa.
- ¿Qué es lo que quieren?
Miriam, no sé de dónde, había sacado tres copas llenas de Champagne. La verdad es que ambas eran las únicas primas con las que hablaba y me caían bien.
- Vamos, Caneto... Acepta que eres un fumón...
- Shhhh... Qué carajo les pasa.
Yesenia y Miriam, ambas mis primas, ambas con vestido veraniego hasta las rodillas (creo que de marca Quicksilver o Roxy, o puede ser que no tuvieran marca) se rieron un rato más y dijeron:
- Lánzanos un wiro, Caneto.
Yo me alarmé.
- ¿Qué? -Deje mi plato a un lado e intenté mirar con buena cara en dirección a la mesa donde se encontraban todos. Miré a mi alrededor. Finalmente me miré en un espejo. Tenía la cara resinosa, el pelo pegado a la cabeza y los ojos completamente rojos, como si hubiera reído durante horas sin parar. Llevaba un polo blanco con las palabras Rip Curl en un extremo, una ropa de baño negra y unas sandalias. Caminé de la cocina al jardín y me senté en las gradas que me llevaban hasta la piscina que reflejaba extrañas formas luminosas a la pared colindante con los vecinos. Era producto de un reflector estratégicamente colocado en el extremo norte de la casa.
Yesenia, con un vestido floreado, a la antigua, se sentó junto a mí.
- Qué pasó, Caneto.
- Nada. No quiero que la gente se de cuenta que estoy tan drogado.
Mi prima se quedó un segundo contemplando el reflejo de la piscina contra la pared. Habría, supongo, reflectores adentro del agua también. No había ningún contacto físico entre los dos pero con la hipersensibilidad de la marihuana sentía el delgado vestido de Yesenia rozar en contra mío.
Me levanté.
- Caneto.
Me puse en guardia.
- Qué sucede.
Yesenia miró a Miriam que acababa de salir de la cocina. Por un segundo me pregunté si ambas habrían acordado llevar vestidos similares. Yesenia y yo teníamos la mima edad pero pensábamos como chicos mucho mayores, podíamos conversar y reír con Miriam (unos tres o cuatro años mayor que nosotros) sin ningún problema.
Miriam me extendió una pipa.

Cuando era niño me enamoré de Anna Chlumsky en “My girl”. Aunque aluciné estar enamorado varias veces hasta quedarme dormido, alcancé a ver la película entera por primera vez una madrugada de un viernes santo cuando yo tenía entre diez u once años de edad. Me quedé despierto hasta la madrugada y terminé intrigado. Fue la primera película que vi con un final tan chocante (al menos para mí) y me dejó con esa sensación de ‘imposible revivir a Thomas J. Sennett, imposible salvar a Vada de un mundo tan terrible’.
Inmediatamente después me enamoré de Miriam. Sé que no es importante eso ahora. Sé que no tiene absolutamente nada que ver con nada. Pero así se dieron los hechos entonces. Aquella madrugada de semana santa, Miriam y su hermana Verónica, quien todavía vivía en Lima (tendría Verónica en ese entonces unos diecinueve o veinte años) se quedaron a dormir en mi casa en Punta Negra porque sus padres partieron a Europa dos semanas y media de segunda luna de miel. Claro que ni Miriam ni yo sabíamos qué carajo significaba eso entonces.
Había amanecido y yo tuve la desesperada necesidad de escribir.
- Qué haces, Caneto.
Había amanecido.
El cielo estaba muy pálido. Podía sentir desde la ventana abierta de mi habitación la brisa del mar chocando en contra mío.
- Son las cinco de la mañana.
- Ya sé.
- ¿Qué estás haciendo?
Tecleaba una máquina de escribir viejísima. La deba duro a esa cosa. Pronto me di cuenta que no tenía mucho qué contar acerca de Anna Chlumsky y yo.
- Intentaba escribir algo bueno -dije.
Miriam (de unos catorce o quince años) se acercó con su pijama y sus piernas largas y bonitas a darme el encuentro en el interior de mi pieza.
- A ver. Déjame ver.
Miriam se apoyó en la carpeta y yo la miré fijamente. La pijama blanca de mi prima a contraluz dejaba ver a través de la tela sus preciosos senos y demás manifestaciones hormonales recientes. Luego Miriam volteó su rostro y se arregló el pelo castaño que rozó contra mis mejillas. Tenía los ojos chinos, estaba somnolienta. Sonrió.
- Así que estás enamorado de Anna Chlumsky...
Y en seguida:
- ¿Quién es Anna Chlumsky?
Sin saber que hacer tarareé la letra de “Stan by me” y le pregunté si sentía algo. Yo le dije que sentía el verano en mi piel cada vez que escucha esa canción, o cada vez que veía “My girl” o veía a Anna Chlumsky en general. Era algo de verdad muy difícil de explicar para mí.
- Ya veo.
Miriam miró por mi ventana abierta un cielo pálido y un amanecer triste. Era el amanecer de un viernes santo de 1994.
- ¿Qué te pasa?
- Nada.
Luego me di cuenta de lo hermosa que era, y dejé de pensar en Anna Chlumsky por un segundo. No recuerdo bien cómo se dieron exactamente las cosas. Había pasado la noche en vela y estaba cansado. Sentí una prominente erección en mi ropa interior. Pasé a estar incómodo, no por la erección en sí (hasta ahora no sé si Miriam lo notó, cómo saberlo) lo que sí sé es que en seguida Miriam me besó en las mejillas, frente a un amanecer extraño (con la luz transparente y en dirección en contra nuestra) frente a aquella máquina de escribir de los años cincuentas, besé a mi prima Miriam y ella rebuscó en mi ropa interior mi pene. No sé si encontró lo que esperaba encontrar, solo sé que yo tenía como diez u once años de edad, estaba enamorado de Anna Chlumsky (ese mismo año estrenarían la secuela, “My girl 2” en el cine, y yo fui a verla como un estúpido desilusionándome por completo) cuando Miriam entró a mi habitación al amanecer, tanteó mi ventana, la máquina de escribir, me besó, me tocó, y por la tarde actuó como si nada, como si nada hubiera pasado.

A Miriam le brillaron los ojos cuando vio toda esa hierba que llevaba en mi ropa de baño negra.
- ¿Qué vas a hacer con todo esto? -Preguntó.
Yesenia estaba impresionada, creo que ella nunca había fumado o visto marihuana en su vida. Decidió probar.
- Parece que es buena, ¿verdad? -Miriam se llevó un enorme moño a su boca. Miró su textura, percibió el olor y dio su visto bueno- Sí, parece de la very very...
- Entonces qué, ¿fumamos? -Preguntó Yesenia.
- Of course my horse.
Miriam miró una vez más el moño que había cogido y lo deshizo en sus faldas en frente mío. Yesenia (que creo que quería ser como Miriam en aquella época) se dedicó a mirar con cuidado todo. El reflejo del agua de la piscina les caía en la cara. Adentro, podíamos ver todavía a toda nuestra familia charlando y comiendo. Parecían no pronunciar palabras, solo los veíamos comer, estar de pié y hacer cosas.
Miriam colocó casi todo el moño en la base de su pipa de metal. Cogió un encendedor amarillo y transparente, lo prendió y se puso a fumar. A mí me entró una fuerte paranoia hacia todo.
- No hagan el mínimo ruido, no respiren, no hagan nada, que se van a dar cuenta.
Miriam terminó de fumar. Apretó sus ojos como pudo, y en seguida tosió como una condenada. Yo pensé que si en este momento el señor Ramallo se daba cuenta de lo que estaba haciendo conmigo su hija menor la noche de Navidad...
- ¿Qué te pasa? -me preguntó Miriam cuando le pasó la pipa encendida y llena de humo a Yesenia.
Miré a Miriam con los ojos muy tensos.
- ¡Ahorita vienen y nos cagan! ¡Puta madre!
Miriam prendió un cigarrillo.
- Despreocúpate, querido.
Yesenia tosió como una loca. Primero había fumado delicadamente, pero en seguida le metió una pitada demasiado larga que la hizo toser más de la cuenta, luego dijo que se le antojaba más. Yo fumé una nada. Miré a mi alrededor. En seguida me paré y me fui. Boté el humo a unos metros de distancia. La imagen de Miriam y Yesenia sentadas fumando de una pipa con el reflejo de la luz proveniente de la piscina era estremecedor la noche de Navidad de 1998. Busqué un cigarrillo en el fondo de un bolsillo de mi ropa de baño, cogí un encendedor y me puse a fumar.

XIV. Viernes a la noche

XIV. Viernes a la noche

Viernes a la noche.
- ¿Sabías que los caracoles pueden dormir hasta cinco años seguidos?
- Qué conveniente...
Parecía que todos lo sabían: de la casa de Marcel, del segundo piso, salía un humor extraño y una música endemoniada.
- ¿Qué te parece?
- Un habano.
Fumamos sin parar. Contemplamos un cielo decadente, cubierto de ramas de árboles teñidas por la luz amarilla de los postes de luz por la noche. Continuamos fumando.
Diciembre del 2000.
- Falta una semana para que termine clases, huevón. Nunca más volveré a esa mierda.
- Gustavo, deberías estar emocionado.
Contemplé a Marcel en la oscuridad. Eché un vistazo por la ventana abierta. El guachimán de la esquina nos miraba desde su caseta, inmóvil. Serían casi las doce de la medianoche. Bebí un trago más de cerveza en lata que habíamos comprado en el supermercado. Seguía sonando El salmón por el viejo aparato de la sala.
- No estoy emocionado, huevón, me revienta mucho tener que soportar a todos los hijos de puta de mi promoción...
Marcel lanza una carcajada. Ambos estamos adormecidos y atontados por toda la yerba y el alcohol. De repente miré fijamente a Marcel e imaginé que lo abrazaba.
- Eh -balbuceó Marcel- ¿dónde está Marc?
Vi que se metía a su propia habitación. A escondidas me encogí hasta abrir una papelina llena de una droga llamada ketamina que había conseguido hacía poco con un sujeto llamado Juan Carlos, “el yonqui”, a quien Walter había conocido en un micro mientras leía “El almuerzo desnudo” sin interesarse por nada más en el mundo.
- Oye, qué haces.
Vi que Marcel se acercaba rápido. Inhalé un poco en el borde de la ventana. El guachimán de la esquina nos seguía mirando, atento. Algunas de las ramas que colgaban por encima de la ventana del segundo piso de Marcel se estremecieron con el viento. Intenté besar a Marcel que se hizo un lado diciendo algo como “qué demonios” y en seguida se enderezó.
Miré una vez más al guachimán de la esquina, estaba de pié junto a su caseta. Seguía mirando la escena. Inhalé una vez más esa cosa. Marcel hizo lo mismo. Ahora los dos estábamos más idiotizados que antes. La sensación que te deja la ketamina es nula. Marcel dice como en susurros que en una canción de Andrés Calamaro: “Comida China”, de su disco Alta suciedad (1997) menciona esta droga. Por alguna razón yo no le creo nada, y no hago otra cosa que no sea escuchar un tema pesado del disco cinco que sólo habla de “sexo, droga y rock´n roll”. Me parece que suena bien y empiezo a seguir el ritmo de la canción con la cabeza.
- ¿Qué es de Marc? -le pregunto.
Marcel se encoge de hombros. Toma la papelina y se mete más de esa cosa por la nariz.
- Duerme, no sé qué le pasa a ese huevón...
Había amenazado a una cajera y luego le había dicho puta a una chica bonita que caminaba por el parque César Vallejo con una minifalda. Todos nos reímos, e incluso yo también le dije puta a esa chica, pero todos sabíamos que el comportamiento de Marc era corrosivo.
Bebimos más cerveza. Me senté cerca de Marcel, y lo intenté abrazar. Marcel se hizo a un lado. Me reí y prendí lo que quedaba de aquel wiro enorme. Noté un fuerte vacío en mi estómago. Noté ganas de llorar. Me enderecé. Bebí más.

Sábado a la madrugada.
Salimos y tambaleamos, caminamos de a pocos hacia ninguna parte. En mi casa mis padres me esperan pero no me importa nada. Son como la una de la madrugada del sábado (viernes a la noche) y es muy temprano para mis amigos y para mí. Estacionamos nuestras aletargadas cabezas debajo de las copas de los árboles que empalidecen a la lucha. Un avión que pasa a lo alto despeja nuestros cerebros por un microsegundo. Otra vez pasa de largo y ahora nosotros sostenemos las últimas latas de cerveza amarga que nos quedan. Cuando salimos de la casa de Marcel el guachimán nos miró atentamente.
Marc le propina unas cuantas palmadas a Marcel en su espalda y sugiere un inmediato cambio a nuestro estilo de vida. Lanzo un bramido de desaprobación.
Marcel se lo toma con más calma y le dice a Marc:
- De qué tipo de cambio hablas...
Marc, ahora tranquilo y relajado por la marihuana, dice:
- Ya sabes... dejar la Universidad, conseguir un trabajo, comprar un auto y tener muchas chicas...
Marcel parece reírse y yo prendo el pedazo que wiro que tenía escondido. Marcel parece muy interesado en fumar algo de lo que tengo entre mis dedos...
- Gustavo, deberías estar feliz... todavía estas en el colegio, todavía te falta mucho por vivir... -Marc miraba el cielo, apenas se percató de que yo fumaba gritó algo como- ¡ya deja de fumar esa mierda!
- Tu problema, Marc -le dije, después de fumar- es que estás loco. Eres un demente. ¿Cuánto te darás cuenta que no eres feliz, y que no serás feliz ni con un trabajo ni con un auto ni con muchas chicas...
Marcel callaba. Fumó hasta lo último que quedó de esa cosa. Un poste de luz proyectaba un fuerte espectro amarillo a toda la escena. En el centro del parque había un monumento de concreto y una especie de busto.
Nos mantuvimos callados ante la ambigüedad de nuestra situación.
Alguien preguntó por Walter. Rebuzné que no sabía nada de él. Dije que era probable que estuviera con Lucciana y tanto Marc como Marcel lanzaron maldiciones a la nada. Yo estaba demasiado dopado.
Busqué en mi bolsillo algo. Me encontraba sentado en la vereda del parque, que era como una especie de camino que no nos llevaba a ninguna parte (que no fuera nuestra propia y malcriada existencia) y creo que estaba a los pies de Marcel y hacía algo con sus zapatos. Marc continuaba bebiendo cerveza. Por momentos lanzaba indescifrables miradas a la fachada de su casa.
Saqué un tajador de mi bolsillo, metí lo que quedaba que aquel pedazo de wiro y empecé a fumar.
- ¿Qué carajo haces? -preguntó alguien.
- Fumo marihuana de mi propio tajador -argumenté.
Me eché pálido sobre la vereda del parque. Me imaginé como un bulto en la oscuridad, cubierto por la luz amarilla de la noche. Mi cabeza fue a dar al pasto. De pronto Dedo y El Men y otro tipo sujeto más estaban con nosotros, conversando. Todos me miraban tendido en medio del parque y fumaban conmigo de mi propio tajador (el mismo que llevaba al colegio y me metía a la boca en clase).
- ¿Qué es esto? -preguntó alguien animado.
- Es el tajador de Gustavo, fuma...
Finalmente Marc dijo que era demasiado para él. No le gustaba ni esa cosa verde que fumábamos ni nada. Dejó lo que le quedaba de cerveza y caminó hasta su casa, angustiado.
- ¿Qué? ¿Es un nuevo tipo de pipa?
- Es un tajador.
- No seas pastel...

lunes, febrero 21, 2005

XIII. Droguerto B. Good

XIII. Droguerto B. Good

Conocí a Lucía un día gris que no quisiera recordar nunca más.
Iba buscando un lugar donde hospedarme. En su casa me ofrecieron un cuarto y a la noche siguiente ya estaba cenando con ellos. Era una familia en verdad agradable, simple y de buenas maneras. Nada fuera de lo normal. Lucía, en un principio, no me llamó la atención en lo absoluto. Yo estaba harto de la Universidad, y cada vez que iba era pura mierda. Finalmente, cuando mis viejos se largaron a vivir a Santiago de Chile, una ola de adrenalina surcó mi cerebro un instante. Iba a ser la oportunidad que yo buscaba hacía años. Mi vocación por la música había desaparecido considerablemente. Por otro lado, era el año 1998 y había leído un par de libros como el de Ray Lóriga y “Cien años de soledad”, y todo ese rollo. Pero nunca me interesó la literatura hasta después de conocer a Lucía.
Había llegado a su casa en Los Álamos con un par de maletas pequeñas. Era la primera mudanza que hacía en mi vida y era la primera vez que iba a estar tan solo en el mundo. Finalmente los papás de Lucía me dieron a cambio de cien dólares mensuales comida, techo y abrigo.
Lo que no sabían era que yo era un hijo de puta, y que en unos meses de encerrarme en mi habitación (nadie me tocaba la puerta a molestar, nadie excepto Lucía se dio cuenta que yo fumaba marihuana casi a diario) yo hacía lo que me daba la gana. Escuchaba mucha música, bebía, me masturbaba con la luz y la ventana abierta. Tristemente un día ella me habló.
- Oye tú.
- Me hablas a mí.
- Sí, ven.
Era extraño, Lucía estaba en pijama desparramada en el sillón de su sala viendo televisión. Era un martes por la mañana, creo, y supuestamente yo debería estar en la Universidad. No había nadie en casa.
- ¿Te gustan los Tiny Toons?
Miré a la pantalla con desgano. Últimamente me bañaba seguido pero ese día, precisamente ese día, no me había bañado ni echado desodorante ni nada. Había desayunado con cautela una manzana, un poco de yogurt, y había fumado un wiro enorme en mi habitación.
De repente me entró pánico.
- Me parecen bien.
Lucía me miró atenta. Se veía preciosa con su pijama celeste y su media cola en el pelo. Su sonrisa era un poco idiota pero eso no la desmerecía en lo absoluto. De repente me enamoré de ella, y me puse nervioso.
Lucía cogió el control remoto y lo agitó en frente mío.
- Yuju, Roberto...
- ¿Qué pasa?
- Te pregunté si querías cambiar de canal -modificó el tono de su voz, era una pregunta retórica.
- Los Tiny Toons me van muy bien, en serio.
La verdad me parecían dibujitos antipáticos y poco inteligentes. Era un programa muy aburrido y a Lucía parecía gustarle de sobremanera.
Entonces me pregunté cuántos años tendría Lucía, y cuánto tiempo había perdido escondiéndome de su mirada en la mesa. Escondiéndome de su habitación y de su vida. Si de todas maneras yo vivía con ella, tenía que llevármela a la cama, tenía...
- Roberto, ¿me dejas hacerte una pregunta?
- Ya lo estás haciendo.
Lucía terció una mueca y sonrió.
- Dale.
- ¿Por qué siempre te vistes todo de negro?
Miré mi ropa asustado. En qué momento Lucía se había fijado en mi ropa. En qué momento.
- No lo sé, Lucía. Nunca me lo habían preguntado.
Ella sonrió mirando la pantalla y mordiendo el control remoto con las dos manos.
- Me han dicho que el color de la ropa dice mucho de las personas.
La bulla de la televisión hacía la escena algo extraña. Lucía me empezó a incomodar.
- ¿Y qué más has escuchado?
Por lo pronto, sabía que Lucía cursaba uno de sus últimos años de secundaria. Ya no era una niña.
- Que los chicos que se visten de negro son cortantes...
Aguardé un segundo y manipulé el término cortante.
- Creo que tienen razón.
Lucía estornudó.
- Salud...
- Gracias -y en seguida- ese olor a marihuana en tu cuarto, sabes, me produce mucha alergia.
En seguida Lucía sonrió.
El programa de los Tiny Toons acabó. Lucía apagó el televisor y caminó hasta la cocina.
- ¿Qué? Te pusiste pálido.
Fui tras ella y me puse en guardia.

Un tragaluz en la casa de la familia de Lucía, hacía del ambiente de la cocina un lugar agradable. Caía todo el sol primaveral encima nuestro. Podía ver las ramas de algunos árboles que crecían hasta por encima del techo. Los Álamos es un lugar un tanto apartado.
- ¿Qué quieres decir?
- ¿Con qué?
- Con eso de la alergia.
Lucía sonrió. Sin duda alguna me dio la espalda y dejó que la mirara un poco mientras hacía cosas y no decía ni una sola palabra. No había ningún tipo de comunicación entre nosotros dos. El short azul que traía puesto le sentaba muy bien.
- Oye, ¿crees que no sé diferenciar ese olorcito?
Lucía levantó la mayonesa y untó con un cuchillo su sándwich de jamón y queso.
- Claro.
Y en seguida lanzó una carcajada.
- Oye, ¿quieres probar un poco de esto? -ofreciéndome su sándwich, después de un rato.
- No. Gracias.
Y en seguida.
- Vamos, Roberto, no voy a decirle nada a nadie. Pierde cuidado.
Movilicé mi indignada presencia fuera de su alcance visual.
- ¿Seguro que no se te antoja nada de comer?

Una tarde lluviosa de 1999, se fue la luz en gran parte de la ciudad. No había nadie en casa y recuerdo que cuando llegaron ellos yo saqué a pasear el perro. La primera vez que me ofrecí a hacerlo, a la mamá de Lucía se le iluminaron los ojos. Lucía, en cambio, me miró con cierto aire delator, como si le diera lo mismo o no, o algo por el estilo.
Por lo pronto, yo era un buen tipo que cambiaba una buena película del mismo corte de Día de la independencia con tal de escuchar un par de casetes clásicos de Leuzemia. Afuera, en la calle, todo estaba a oscuras, y en mi cabeza pulularon ideas como ¿qué clase de rico será? o ¿qué pasará de aquí al verano? o ¿cómo haré para lidiar con mi propia soledad?. Una fuerte brisa invernal recorrió Los Álamos de aquí a la luna. Opté por el camino más fácil y dejé que el perro corriera libre por ahí. Prendí un canuto. Decidí no volver a estudiar nunca más, y el ciclo que cursaba colgó por primera vez de un delgado hilo. Me senté en una banca y me dispuse a esperar. El pequeño perro de la familia de Lucía era una cosita blanca y pardusca. Corría por todos lados como un loco. Todo estaba a oscuras y había cierta inestabilidad en el ambiente.
Cuando volví a casa las cosas seguían igual. Dejé que el perro se metiera en mi cuarto. Como era viernes por la noche y no había luz, los papás de Lucía estaban en la sala escuchando un pequeño radio a pilas y vaciando el hielo de la refrigeradora. La señora me habló de un problema técnico en el sur de la ciudad, en una central o algo por el estilo. Surco, San Isidro, la Molina, Magdalena, Jesús María, el Cercado de Lima, Lince, Barranco y gran parte de Chorrillos estaban a oscuras.
Me topé con Lucía en la cocina.
- ¿Cómo te va?
- Bien.
Silencio.
- Rebusqué en tu habitación.
- ¿Por qué hiciste eso?
- No sé, estaba aburrida. ¿Ya leíste El guardián entre el centeno?
- ¿Me vas a dejar pasar?
Lucía se interpuso en mi camino.
- No.

domingo, febrero 20, 2005

XII. Melisa lo intentará explicar todo

XII. Melisa lo intentará explicar todo

Salgo con Michael. Nos divertimos mucho conversando, compartiendo ideas y todo eso. Viste una chompa roja con la que se le ve lindo y muy bien peinado. Me pregunto si me estoy perdiendo de algo que sucede a mi edad. No lo creo. Otra vez en mi casa Michael se sienta en la mesa a conversar con mis padres un rato y luego ellos se marchan.
Michael y yo nos besamos. Llevo una falda discretamente larga, algo negra. Michael besa de una manera extraña. No sé si soy yo la que está distraída o si Michael de verdad besa muy mal. Me pregunto a cuánta gente he besado y no puedo jactarme de haber besado a muchos chicos. Sin cuestionarme más por nada me quedo callada. Michael es incapaz de tocarme un poco el trasero.
Intentaré explicarlo todo. Soy buena para eso. Michael es el prototipo del chico que he esperado siempre. Es dos años mayor que yo. Va a ser abogado. No es aburrido al momento de hablar. Es interesante y romántico. El mejor amigo de Michael es un chico igual de rubio que Michael, de contextura gruesa, siempre viste pantalones finos y camisas holgadas. Él y su amiga, una chica de pelo negro y anteojos de montura gruesa, son iguales a Michael, algo serios, un poco mayores que Michael, infinitamente mayores que yo. Salen a jugar frontón. Van a lugares donde la cerveza cuesta más de ocho soles la botella pequeña, y se dedican a conversar. La chica, que creo que se llama Paola o algo por el estilo, es lesbiana. Dice que va a lugares como La Santa Sede a bailar con chicas. Juan Francisco, el amigo de Michael, no es gay. Estudió en la Agraria un par de años hasta que se cansó de eso y terminó animándose a estudiar derecho. A diferencia de Michael, ambos están algo interesados en la literatura y todo ese rollo, y frecuentan un taller con un profesor de apellido judío, no recuerdo dónde.

Voy con mamá al médico. Estoy algo fastidiada con todo así que no hablamos mucho dentro del carro. Ella me dice que no tengo que preocuparme por nada y estaciona el carro a cuadra y media de la clínica. No me gusta el ambiente, ni me gusta el lugar donde mamá tiene que hacer cola y pagar. No me gusta la sala de espera.
Cuando es mi turno y me llaman, mamá entra conmigo a la habitación.
El médico tiene barba y una mirada que no dice nada. Usa anteojos gruesos y está muy despeinado. Su cabello se ve blanco y suave como la seda. Mamá dice:
- El motivo por el que venimos es que Melisa ya está en edad de controlar su periodo...
- ...entiendo.
No veo por qué tenemos que discutir esto aquí. Me siento incómoda. Ya tengo dieciséis años...
- Melisa Gambini -balbucea el doctor- Melisa Gambini -repite...- es primera vez que vienes a un ginecólogo, ¿verdad?
Demuestro cierto fastidio hacia esa palabra.
- Muy bien, sígueme.
Cuando estoy de pié me pongo en guardia. Procuré traer algo cómodo. Caminamos hasta que nos ocultamos detrás de una especie de cortina que divide la habitación. Había una especie de cama extraña que no comprendí. Me sentía nerviosa.
- Quítate la ropa, por favor.
Lo miré asustado.
- Me avisas en cuanto estés lista...
No entendía.
Me dejó sola. Escuché que hablaba intensamente con mamá. Escuché que decía:
- Sé que es normal que se atrase de vez en cuándo, pero es necesario controlarlo todo, siempre...
Empecé a desvestirme. Me deshice de mi polo, mi sostén negro. Me quité el pantalón buzo que tenía puesto y mi calzón, aburrido, muy blanco. De pronto sentí frío.
En un par de minutos el médico atravesó la cortina de tela azul y pretendió no mirarme en lo absoluto. Mamá aguardaba callada. Me revisó los seños. Los palpó un poco. Yo juntaba mucho las piernas. Me parecía muy innecesario. Me sentía muy mal. Mi entrepierna estaba llena de pelos (en un acto quizá de extrema coquetería me había depilado un poco la parte superior, produciéndome más que nada escozor e incomodidad). El médico dijo algo así como que todo estaba en orden. No me pidió que me sentara en la silla, ni nada. No me revisó la vagina. Me pidió que me vistiera.
Cuando salgo de allí el médico le dice a mamá:
- Tiene que tomar las siguientes pastillas. Van a hacer que le dé su periodo en un máximo de dos días.
Aguarda un minuto, parece despistado cuando mamá le hace un montón de preguntas. En seguida se acomoda en su silla y dice:
- ¿Cuánto es que me dijo que tenía de retraso...?
Mamá parece desanimada.
- Seis meses.
El médico parece sorprendido. Entonces continúa.
- El caso es que si con las pastillas no le viene la menstruación a Melisa yo les recomendaría un inyectable... -El médico hace un ademán de ponerse de pié- Después, recomendaría las siguientes pastillas para que no se repita...
Le extiende un papel a mamá.
- Pero estas son pastillas anticonceptivas.
El médico sacude la cabeza de arriba a abajo. Mamá dice que de ninguna manera va a permitir que yo tome pastillas anticonceptivas. El médico (que parece fuertemente desanimado) dice:
- Ningún problema...
Toma asiento y repite la faena, le extiende otro papel a mamá.
- No son anticonceptivas.
Antes de salir de allí me doy conque no he dicho ni una palabra, he estado desnuda y se ha hablado de mi vagina abiertamente.

Le pregunto a mamá que por qué no dejó en paz al médico y aceptó comprar las pastillas anticonceptivas.
- No estás en edad de tomar pastillas anticonceptivas.
Protesto. Le digo que pareció una loca diciendo todas esas cosas en el consultorio. Mamá no parece sorprendida, de su mano cuelga una bolsita con las pastillas que me recetó el médico. Estoy muy irritada, y no soporto la idea de que el viejo verde se masturbe esta noche pensando en mí. Mamá explica, mientras caminamos al carro, que las pastillas anticonceptivas son hormonas (y por alguna razón esa palabra no me gusta) y que son una verdadera molestia: te cambia el humor, te pone tensa, produce hipersensibilidad a la altura de los senos, pero te mejora el pelo.
Llegamos al carro. Mamá parece ignorar por completo mi mal humor.
Pienso en llamar a Michael. No le pienso contar nada de esto y tampoco le pienso contar nada a papá. Me parece extraño. De alguna manera, papá y Michael se parecen de sobremanera. Y esta idea produce en mí una sensación de inconformidad hacia todo. Mamá prende la radio. Escucha noticias que a mí no me interesan. De repente noto en su cara una especie de sonrisa sincera que me parece desagradable. Y entonces se me viene a la cabeza una imagen agobiante: mamá y el médico son amantes, se besan a escondidas y se tocan. Tengo ganas de vomitar.
Mamá no me toma en serio. Piensa que soy una niña idiota. Pregunta qué tal me fue con Michael anoche, y yo le digo que estuvo horrible y que odio a Michael. Esta vez mamá no luce sorprendida. Se dedica a manejar y a mantener aquella estúpida sonrisa en la cara, mientras escucha las noticias por la radio y parece muy divertida con eso.
Cuando llegamos a casa me doy cuenta que es sábado y ha salido sol. Me ha venido la regla y me doy conque que no tengo toallas higiénicas ni nada.